
Es el primer día del mes de Noviembre, las calles lucen como cualquier otro día, pero en el interior de muchas de las casas mexicanas las familias celebran, es una fiesta especial que solo realizan una vez al año y la organizan con anticipación pues esperan poder recibir visitas muy queridas y esperadas.
Esta celebración la conocemos como "día de muertos" y esta entrelazada con las festividades católicas de "día de los fieles difuntos" y "de todos los santos".
De acuerdo a los expertos en antropología e historia la celebración a la muerte tiene su origen en rituales prehispánicos, cuando distintas culturas en particular la mexica, rendían pleitesía a sus dioses poseedores de decidir el destino de las almas de los muertos como Mictlantecutli.
El Mictlán o "lugar de los muertos" y para poder llegar a él, las ánimas debían realizar un recorrido ritualista muy particular que les permitiera entrar en los dominios de la muerte. La forma de morir también definía el lugar al cual podrían llegar, es decir no era el mismo lugar para una persona adulta que fallecía en combate como para el que moría por alguna enfermedad siendo niño. Sin embargo para que las almas iniciaran su trayecto, los vivos se debían encargar de acompañarlos por medio de un ritual. Cuando la persona moría ésta era tratada con cuidado, se le alimentaba de manera simbólica y se preparaba su cuerpo para ser enterrado o incinerado acompañado de sus objetos personales.
El ritual se repetía durante otros cuatro años para de esta manera ayudar a la persona a cruzar en su travesía y al mismo tiempo ayudar en el duelo a sus familiares vivos.
A la llegada de los españoles, esta celebración se modifico y funcionó con la de los fieles difuntos, haciendo un mestizaje cuyo principal objetivo fue celebrar la muerte honrando a los que alguna vez estuvieron vivos.
La celebración de día de muertos se caracteriza por sus altares, los cuales suelen ser colocados con anticipación a los días de la celebración principal, por tradición estos altares suelen estar dedicados a familiares o personas fallecidas que sean muy queridas o apreciadas sin importar la fecha de su deceso. Los altares, de manera general, deben contener elementos y ofrendas que que tienen un significado en particular:
Velas o celadoras: el fuego y la luz, como elemento de guía para los que atraviesan la oscuridad.
Agua: el elemento de transición de la materia de un estado a otro, del plano de los muertos al plano de los vivos.
Copal o incienso: el humo y sus aromas como elemento que estimula los sentidos del olfato para que los difuntos identifiquen el lugar de donde los llaman.
Flor de cempasúchil. considerada como la "símbolo de vida y muerte" representa al sol y es usada para marcar el camino que guía a los espíritus de nuestros muertos hacia su respectivo altar.
Calaveritas: En la antigüedad se utilizaban cráneos de verdad y representan al difunto, después fueron sustituidas con calaveras hechas con azúcar, chocolate o amaranto.
Maíz: el alimento sagrado, dador de vida.
Frutos y alimentos de temporada: que le proporcionan al ánima la esencia vital necesaria para su permanencia en este plano.
Pan de muerto: es la representación del esqueleto de los difuntos.
Otros elementos que se han incorporado a los altares son el papel picado, las fotografías, retratos u otras representaciones gráficas de los difuntos, música, objetos personales y alimentos o cosas que les gustaban cuando estuvieron vivos.
Todos los altares son únicos y representativos de cada persona o grupo que lo coloca, además constituyen una parte importante dentro de las tradiciones de la cultura mexicana porque reflejan el sincretismo cultural de la sociedad en cada época y esto a servido como motivación para realizar otras actividades culturales en torno a esta celebración.